lunes, 9 de septiembre de 2013

Programas Nacionales de Desarrollo Urbano y Vivienda 2013-2018?



Reviso el Documento Base para la Elaboración de los Programas Nacionales de Desarrollo Urbano y Vivienda 2013-2018

Por principio, plantearía que el año 2013 no quedará incorporado pues está avanzado ya el noveno mes del año y aún cuando se publicara el plan, no habrá tiempo para instrumentar algo de manera inmediata. Hacer planes hasta el año 2018 sigue siendo cortoplacista; lo que hace falta también es una proyección a un horizonte temporal mayor. No se supera una formalidad presidencialista en un sistema que ha mostrado ser inviable.
Al documento base, a pesar de discursos oficiales, de moda, internacionales, no lo atraviesan cuestiones fundamentales como una visión de género, de derechos humanos, de sustentabilidad integral, por mencionar algunas carencias.
Podemos confiar en que la creación de la SEDATU y el anuncio de que ésta integrará las políticas de ordenamiento territorial, desarrollo urbano y regional, infraestructura y equipamiento urbano, vivienda y suelo lograrán modificar los patrones de ocupación del suelo, migración, organización social y económica en áreas de megalópolis, metrópolis, urbanas y de asentamientos humanos? Modificarán los factores de especulación inmobiliaria? Impulsarán una nueva economía urbana? Apreciaremos un urbanismo y vivienda popular, masiva realmente sustentable? Se diseña un modelo propio acorde a nuestra diversidad étnica, cultural, y de clases sociales?
La mayor parte del marco legal y normativo al que habría de apegarse este plan, es obsoleto y en ocasiones contradictorio o no está clara su estructura jerárquica, por lo cual hacer coincidir políticas de ordenamiento territorial con las de medio ambiente, participación social, de propiedad del suelo, fiscales, económicas, por ejemplo, es un galimatías. En la práctica, ninguna dependencia de cualquier orden de gobierno asume sus responsabilidades cuando surgen diferencias o conflictos.
Hay muchos temas reiterativos a planes y lineamientos, pero no se despejan ni las dudas ni los caminos: por ejemplo la utilización de reservas territoriales (mal llamadas “reservas” ya que en todo caso es la identificación de espacios “aptos” para el desarrollo urbano), normas de infraestructura y equipamiento no actualizadas a realidades sociales y tecnológicas actuales, no se tocan temas de la administración o la economía urbana, etc.

El documento, aunque cargado de intenciones para modificar una inercia de la estructura urbana actual del país, no puede calificarse de innovadora ni apunta las estrategias y mecanismos operativos necesarios para que los mexicanos demos a nuestro espacio de biósfera una mejor utilización y un mejor cuidado de ella misma.

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